martes, 22 de abril de 2014

No A Una Misericordia Injusta. Respuesta al Cardenal Kasper - P. Juan Pérez-Soba

No A Una Misericordia Injusta
Respuesta al Cardenal Kasper
P. Juan Pérez-Soba


El P. Juan Pérez-Soba es Sacerdote y Doctor en Teología en matrimonio y familia por el Pontificio Instituto Juan Pablo II. En este artículo destaca claramente que la defensa del vínculo hasta la indisolubilidad es el modo como Dios ofrece su misericordia sobre el matrimonio y que, para un cristiano que quiere vivir de su fe, mantener una nueva unión contraria al «vínculo sacro» del matrimonio es un atentado de grave injusticia contra el vínculo divino que permanece, por lo que no cabe allí aplicar una pretendida misericordia, que sería injusta y por eso mismo falsa. 


En alguna ocasión negar la misericordia es el único modo de defenderla de su adulteración. El Cardenal Kasper lo afirma con claridad en su libro “Misericordia”: «Una posterior falta de comprensión grave de la misericordia es la que induce a desatender en nombre de la misericordia, el mandamiento divino de la justicia (...) No podemos aconsejar, por una falsa misericordia, que alguien aborte» (p. 221). Una misericordia injusta no es misericordia. No se puede atentar contra la dignidad humana en nombre de la misericordia.

Por eso mismo, para hablar de misericordia en relación con el matrimonio es muy importante entender bien qué realidad de dignidad humana está implicada en esta institución. No cabría misericordia alguna que atentase contra dicha dignidad. Este bien es lo que la tradición cristiana ha denominado “vínculo” y es precisamente lo que ha considerado el sujeto real de la “indisolubilidad” que se atribuye al matrimonio. Es el modo como el Concilio Vaticano II define el matrimonio como una realidad trascendente: «Este vínculo sagrado, en atención al bien tanto de los esposos y de la prole como de la sociedad, no depende de la decisión humana» (GS 48), por lo que lo califica de indisoluble (n. 50). Es un término intrínsecamente unido a la doctrina del matrimonio, pues el Concilio de Trento se sirve de él en sus cánones 5 y 7 sobre este sacramento. Pero no se debe entender como una expresión ajena al amor. El mismo amor en su verdad une las personas mediante vínculos estables. El teólogo Kasper en su libro “Teología del matrimonio” habla así: «En el vínculo de la fidelidad el hombre y la mujer encuentran su estado definitivo. Se convierten en “un solo cuerpo” (Gn 2,24; Mc 10,8; Ef 5,31), esto es, un nosotros-persona» (1978, 26).

Es decir, cuando se habla de “justicia” respecto de la relación hombre y mujer sacramental se refiere al respeto de esta dignidad intangible. Cualquier acercamiento a la pastoral matrimonial con el nombre de la misericordia debe saber determinar la realidad del vínculo, si existe o no. Sin esta aclaración previa cualquier posible actitud misericordiosa sería claramente contraria a la justicia. El mismo Cardenal Kasper parece hacerse eco de ello cuando afirma: «La indisolubilidad de un matrimonio sacramental y la imposibilidad de un nuevo matrimonio durante la vida del otro partner forma parte de la tradición de fe vinculante de la Iglesia que no puede ser abandonada o disuelta apelando a una comprensión superficial de la misericordia a bajo precio».

Por eso mismo, parece extraño que en la larga relación del mismo Cardenal Kasper en el último consistorio no afronte en ningún momento este argumento. Es más, que hable de guardar la justicia sin referirse nunca al vínculo sacramental como el bien de justicia a defender en el matrimonio cristiano, rechazando cualquier ofensa al mismo. Esto es más notorio en cuanto que el lenguaje de la “Familiaris consortio” acerca del tema de los divorciados que buscan una nueva unión se refiere explícitamente a este vínculo sacramental (nn. 83-84), que es la base para el documento posterior de la Congregación para la Doctrina de la Fe que precisamente salía para considerar inaceptable la propuesta de los Obispos de la alta Renania, entre los que se encontraba entre otros el mismo Kasper, sobre los divorciados vueltos a casar.