jueves, 24 de agosto de 2023

El nuevo Papa - Mons. Héctor Aguer

El nuevo Papa
Mons. Héctor Aguer
 

El Arzobispo emérito de La Plata, Argentina, señala aquí “cómo debería ser” el próximo Pontificado, para “asegurar la Verdad de la auténtica doctrina católica” y superar “los mitos progresistas que la menoscaban”.


El Colegio Cardenalicio ha adquirido una amplitud insólita. ¡Qué lejos estamos de algunas elecciones pontificias, decididas por un puñado de miembros de ese protagonista tradicional del momento cumbre de la vida eclesial! La historia es más que elocuente. No es posible detenerse demasiado en la búsqueda de modelos. Un solo ejemplo: en el cónclave de 1458, Enea Silvio Piccolomini –un experto en versos latinos–, desbarató los arreglos de un ambicioso francés y, sin quererlo ni buscarlo, fue elegido él mismo: Pío II; eran 18 cardenales. Hoy día, el número exorbitante de capelos rojos hace imposible prever un nombre como futuro Sucesor de Pedro. Varios amigos me piden que esboce cómo debería ser el pontificado que suceda al languideciente de Francisco, teniendo en cuenta la gravísima situación de la Iglesia, disimulada por la propaganda vaticana.

Aquí va el intento. En primer lugar, corresponde asegurar la Verdad de la auténtica doctrina católica, para superar los mitos progresistas que la menoscaban, y que el actual Pontífice enarbola como su agenda. La Luz procede del Nuevo Testamento, en el que se atestigua la labor apostólica que los Doce –y, sobre todo, San Pablo– transmitieron como un mandato a sus inmediatos sucesores y que diseña la organización de la Iglesia, fuente del cristianismo naciente.

El Apóstol Pablo encomienda a su discípulo Timoteo: “Te conjuro (diamartyromai) delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su epifanía y por su Reino: predica la Palabra de Dios, insta con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable, y afanosa enseñanza. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán más la sana didascalía, sino que según su concupiscencia se buscarán maestros que les halaguen los oídos, y apartarán su atención de la Verdad, y se convertirán a los mitos” (2 Tim 4, 1-4). Continúa San Pablo exhortando, como lo hará luego la Iglesia a lo largo de los siglos: “Vigila en todo”; es lo que hacía la Inquisición ante las herejías y cismas. Esta tarea torna gravoso el trabajo de evangelizar, de cumplir a la perfección el ministerio (diakonía). Una de las argucias progresistas es descalificar este empeño como si fuera contrario al Cristianismo. Esta es la confrontación del Nuevo Testamento con la concepción mundana de la Iglesia, hasta donde llega el extravío del actual Pontificado. Vale para el caso lo que el pensador danés Soeren Kierkegaard escribía en su Diario, en 1848: “Justo ahora, que se habla de reorganizar la Iglesia, se ve claramente qué poco Cristianismo hay en ella”. El mismo autor califica esa situación como “desgraciada ilusión”.

jueves, 29 de junio de 2023

Nefarious - Cuando el Demonio Habla - Cine Debate

Nefarious - Cuando el Demonio Habla
Cine Debate


Proyección de Nefarious con el auspicio del Centro Pieper y Fraternidad de Vida Nueva: ¿por qué todo católico debería ver esta película?


[EL CAMINO] El próximo viernes 30 de Junio se proyectará “Nefarious: Cuando el Demonio Habla”. Será a partir de las 18:30hs en el Multiespacio Cultural EL CAMINO, Santiago del Estero 3965, de la ciudad de Mar del Plata. El ingreso es libre de aranceles.

Esta película fue dirigida por Chuck Konzelman y Cary Solomon, quienes son bien conocidos por ser los co-directores de «Unplanned» [«No Planeado»], el biopic sobre la líder provida Abby Johnson, y también de la saga «God's not dead» [«Dios no está muerto»]. 

La película es un auténtico tratado de teología (“sé más teología que cualquier ser humano que exista”, confiesa su protagonista) que recuerda, aunque sin tono amable, las Cartas del diablo a su sobrino de C. S. Lewis. “Nefarious” es la película que mejor representa la posesión demoníaca, según el sacerdote exorcista P. Carlos Martins.

A continuación de la proyección, se abrirá el debate con los presentes. 

jueves, 22 de junio de 2023

La “Vendetta” - Mons. Héctor Aguer

La “Vendetta”
Mons. Héctor Aguer

A este lejano sur llegan las noticias vaticanas, muchas veces bajo la fórmula de rumor o de chisme. Hace un par de semanas leí en un diario este título: “El Papa echó al ex secretario de Benedicto XVI”. Monseñor Georg Gänswein -que de él se trata- concluyó su período como Prefecto de la Casa Pontificia, y era de esperar su reubicación, por ejemplo, como pastor de una arquidiócesis germana, que implicara la elevación al Cardenalato. Así ocurrió con Mons. Stanislaw Dziwisz, que durante cuarenta años había servido como secretario de Karol Wojtyla, devenido Papa Juan Pablo II: fue nombrado Arzobispo de Cracovia, y recibió la birreta cardenalicia. Con este nombramiento, el Papa Ratzinger obró simplemente como correspondía según el sentido común eclesial.

No pasó así con Gänswein que fue, según se describe en el periódico, obligado a regresar con pena y sin gloria a su Alemania natal (específicamente a su diócesis de Friburgo de Brisgobia). Este fue el último episodio de una disputa pública, que incluyó la publicación de unas memorias donde este prelado germano “criticó con dureza a Bergoglio”. En estas frases se desliza el carácter chismoso de la noticia. Lo de “chisme” se comprende y justifica: son los rumores que corren en el Vaticano, y que los periodistas captan según su profesión, sin comprender del todo algo propio de la vida clerical.

La situación conflictiva se desencadenó porque en el libro de Mons. Gänswein se rebela que el Papa emérito se sintió “muy mortificado por algunas decisiones que adoptó Francisco”. No me cabe duda: ha sido así; el actual Pontificado es la antítesis del anterior. Pensando con un dejo de malicia se puede decir que la actitud del Sumo Pontífice con el secretario de Benedicto esconde un cierto desprecio de la obra monumental de Ratzinger, y quizá un complejo de inferioridad.

sábado, 22 de abril de 2023

Un Conservador es un Progresista que camina más despacio - P. Ildefonso de Asís

Un Conservador es un Progresista que camina más despacio
P. Ildefonso de Asís


“La dialéctica «progre/conservador» de la Iglesia es realmente una farsa de gestos formales, y poco o nada más”


[AdelantelaFe/ELCAMINO] Aludo al gran escritor Chesterton, anglicano que se convirtió al catolicismo, fallecido en 1935 y con una increíble visión de futuro en sus obras literarias en las que, con gran ingenio y capacidad analítica, nos adelanta a inicios del siglo XX lo que ya es trágica realidad en el siglo XXI. Su libro titulado “¿Por qué soy católico?” es una obra magistral que se aconseja leer sin prisa y sin pausa. Extraigo de la citada obra tres ideas que merece la pena advertir:

Un conservador es un progresista que camina más despacio hacia los mismos objetivos. Esta frase puede aplicarse igualmente a la política como a la teología. En España, por poner un ejemplo evidente, los dos principales partidos políticos han sido y son calificados como progresista (PSOE) y conservador (PP). Cuando gobiernan los primeros llevan su agenda ideológica marxista a sus máximos efectos legales y de imposición cultural. Cuando gobiernan los segundos manifiestan, en principio, su formal oposición a esas leyes para en seguida ir aceptándolas, manteniéndolas y atacando con furia a los que, sencillamente, les recuerdan su programa electoral. El caso del aborto legal en España es una demostración contundente (con mayoría absoluta, el PP mantuvo la ley genocida).

Si vamos a la teología constatamos el símil que se hace más firme cuando más tiempo pasa desde el Concilio Vaticano II. La jerarquía eclesiástica progre va, gradualmente, aniquilando la tradición en todo ámbito (liturgia, sacramentos, pastoral, catequesis, enseñanza… etc) y los llamados movimientos “conservadores” (que no es necesario nombrar) se oponen, si, en un principio, a los cambios destructores pero poco a poco los van aceptando aunque la doctrina no cambie (pero si la praxis) y quede reducida a documento de vitrina cuyo cristal es transparente pero nunca se abre para conocerlo y, menos aún, enseñarlo. Los conservadores son, en verdad, progres de “fondo” aunque no sean de “velocidad”.