Declaración del Episcopado Argentino sobre la Masonería
Asamblea Plenaria
[ELCAMINO] Se cumplieron ya 65 años (1959-2024) de la “Declaración del Episcopado Argentino sobre la Masonería” y no queríamos dejar pasar este aniversario sin publicar esta Declaración en nuestro Blog del «Multiespacio Cultural EL CAMINO» –para colaborar con su mayor difusión–, al mismo tiempo que queremos hacer notar la relación que esta tiene con el Profesor Jordán Bruno Genta (1909-1974), Mártir de Cristo Rey.
Edmundo Gelonch Villarino, en su libro “Las gracias y las desgracias de Argentina” (2016), ha señalado que en aquellos años los alumnos de Genta publicaban un periódico llamado “Combate”, cuyo editorial escribía el mismo Profesor. Ante la descarada salida a la luz de la Masonería –algo aún mucho más afianzado en nuestros días–, Genta escribió un claro editorial cuyos párrafos principales fueron copiados luego en este Documento del Episcopado bajo el subtítulo “A los jóvenes”. «Quienes redactaron la Declaración de los Obispos copiaron buena parte de ese artículo, con escasos retoques, sin mencionar el origen –advierte Gelonch Villarino–. Si entonces no se lo reconoció por "política", ahora se puede hacer justicia, ya que han muerto todos los involucrados y no pueden ser perseguidos» (pág. 191).
El Documento está firmado, entre otros, por el entonces Obispo de Mar del Plata, Mons. Enrique Rau.
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Declaración del Episcopado Argentino sobre la Masonería
El Episcopado Argentino en su Reunión Plenaria, ante las diversas manifestaciones hechas en la prensa por la masonería, se siente en la obligación de hacer una pública declaración en cumplimiento de la recomendación de S. S. León XIII: “Lo primero que procuraréis hacer será arrancar a los masones sus máscaras para que sean conocidos tales cuales son” (Enc. “Humanum genus”).
Los Papas, pilotos supremos e infalibles de la civilización, comprendieron el peligro que amenazaba al mundo a través de las sectas y lo señalaron desde la primera hora declarando palmariamente la conjuración satánica que se cernía sobre la humanidad.
Desde Clemente XII, en su Encíclica “In emminenti” de 1738, hasta nuestros días, reiteradamente los Soberanos Pontífices han condenado las sectas masónicas, y el Código de Derecho Canónico señala: “Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género incurren en excomunión” (Canon 2335).
El 24 de julio de 1958 (en la Octava Semana de Formación Pastoral), S. S. Pío XII señaló como “raíces de la apostasía moderna, el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo, y la masonería, madre común de todas ellas”.
Doctrina y Fines de la Masonería
El inmortal Pontífice León XIII, en la carta Encíclica “Humanum Genus” –condenatoria de la masonería– al afirmar que “junto al reino de Dios en la tierra, que es verdadera Iglesia de Cristo, existe otro reino, el de SATÁN, bajo cuyo imperio se encuentran todos los que rehúsan obedecer a la ley divina y eterna y acometen empresas contra Dios, o prescinden de Él”, nos advierte que “en nuestros días todos los que favorecen al segundo de estos bandos parecen conspirar de común acuerdo y pelear con la mayor vehemencia, siéndoles guía y auxilio la sociedad que llaman de los masones”.
"Audazmente se animan –continúa el Papa– contra la Majestad de Dios y maquinan abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar enteramente a los pueblos cristianos del beneficio que les granjeó Jesucristo Nuestro Salvador”. Más adelante dice León XIII: “Entre los puntos de doctrina en que parece haber influido en gran manera la perversidad de los errores masónicos se hallan las enormidades sostenidas por los socialistas y comunistas y los ataques contra la verdadera y genuina noción de familia cristiana, la cual tiene su origen en el matrimonio uno e indivisible, y contra la educación cristiana de la juventud y la forma de la potestad política modelada según sus principios de la sabiduría cristiana. Por eso, a ejemplo de nuestros Predecesores, hemos resuelto declararnos de frente contra la sociedad masónica, contra el sistema de su doctrina y sus intentos y manera de sentir y obrar, para más y más poner en claro su fuerza maléfica e impedir así el contagio de su funesta peste. Hay varias sectas –anota el Papa– que si bien difieren en nombre, forma y origen, se hallan sin embargo unidas entre sí por cierta comunión de propósitos y afinidad entre sus opiniones capitales, concordando de hecho con la secta masónica: especie de centro de donde todas ellas salen y adonde todas vuelven”.
“Su último y principal intento no es otro que el de destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo; levantando, a su manera, otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del NATURALISMO, el cual sostiene que la naturaleza y la razón humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta”. Luego, el Papa enumera algunos intentos masónicos por los cuales los sectarios “niegan toda divina revelación, atacan con saña a la Iglesia Católica, cuyo deber propio es guardar y defender en incorrupta pureza el depósito de las doctrinas reveladas por Dios: propugnan la separación de la Iglesia y el Estado, fomentan el indiferentismo religioso, sostienen la igualdad de todos los cultos, privan a la Iglesia de su libertad, propician la educación laica obligatoria, con exclusión de toda idea religiosa, el matrimonio civil, el divorcio absoluto y el ateísmo del estado” (Encíclica “Humanum genus”).
Medios Recomendados en la Actualidad por la Masonería
En 1958, en la Cuarta Conferencia Internacional de la Masonería, realizada en Santiago de Chile, se manifestó que, “La Orden presta ayuda a sus adeptos para que puedan alcanzar altas jerarquías en la vida pública de las naciones”; y luego se desarrolló el temario titulado “Defensa del laicismo”. Señalóse a continuación la nueva táctica de la masonería con la que coinciden también las últimas consignas del comunismo internacional. Los masones deben procurar el laicismo en todos los órdenes y los comunistas la subversión del orden social como terreno apto para sus intentos finales. La consigna es la siguiente: “Intensificar la campaña laicista por intermedio de los diversos partidos políticos influenciados. Tratar de apaciguar la alarma de la Iglesia Católica contra la masonería evitando la acción masónica directa. Incrementar la acción conducente al quebramiento de la unidad de los movimientos obreros, para apresurar luego su copamiento. La masonería y el comunismo persiguen momentáneamente el mismo objeto en América Latina; por lo cual debe procurarse la mayor armonía en la acción, sin que aparezca públicamente su alianza”.
Segundo Congreso Internacional por la Fraternidad Universal
Una prueba de todo esto es el “Segundo Congreso Internacional por la Fraternidad Universal”.
La masonería mundial y el comunismo se aprestan a realizar en la ciudad de Montevideo, el denominado “Segundo Congreso Internacional por la Fraternidad Universal”. Es éste un congreso masónico de inspiración que aspira a hacer servir los fines masónicos de “fraternidad universal” a la expansión del comunismo soviético internacional. Se realizará este congreso en los días de la próxima Semana Santa (del 26 al 28 de marzo) y se propone para “luchar por la confraternidad humana y la paz del mundo”. Dos lemas en que ocultan sus perversas intenciones la Masonería y el Comunismo.
Masonería y Comunismo
“El Marxismo y la Masonería tienen el ideal común de la felicidad terrestre. Un masón puede aceptar enteramente las concepciones filosóficas del marxismo”, lo afirma el gran Maestre de la Masonería de París.
Para lograr sus fines la masonería se vale de la alta finanza, de la alta política y de la prensa mundial; el marxismo se vale de la revolución en lo social y económico contra la patria, la familia, la propiedad, la moral y la religión.
Los masones cumplen su fin con medios secretamente subversivos; los comunistas con medios abiertamente subversivos. La masonería mueve a las minorías políticas, sectarias; el comunismo se apoya en una política de masas, explotando los anhelos de justicia social.
A los Jóvenes
Todo argentino, pero principalmente la juventud, debe saber que Catolicismo y Masonería son términos que se contradicen y excluyen absolutamente como el CRISTO y el Anticristo. Y también debe saber que el liberalismo o laicismo, en todas sus formas, constituyen la expresión ideológica propia de la masonería.
Poco importa que muchos liberales no sean masones; hay instrumentos lúcidos e instrumentos ciegos. Lo importante es que unos y otros colaboran objetivamente en la destrucción de la Iglesia de Cristo y del orden católico de la República.
Lo que mueve toda la acción de la masonería es, en última instancia, el odio a todo lo que lleva su nombre en las almas y en las instituciones humanas. Su objetivo final es la destrucción de lo católico y de todo lo que se fundamenta o inspira en su doctrina.
La Iglesia de Cristo ha presidido todas las fundaciones de la patria misma. Ella está presente –vigilante y actuante– en todos los hechos trascendentes y decisivos de nuestra historia. Católico es el origen, la raíz y la esencia del ser argentino. Quiere decir que atentar contra lo católico es conspirar contra la Patria.
Más todavía, la disminución de la fe en el pueblo argentino comporta a la vez una disminución de su patriotismo.
De ahí que la defensa de la Fe Católica y la restauración de la Patria en Cristo sea la forma más pura y plena de servir a la Patria. La impiedad masónica, por el contrario, es causa de indiferencia, desprecio y deslealtad hacia la Patria.
A los Padres y Madres de Familia
A los padres y madres de familias cristianas, asociados por Dios a su divina paternidad, que tienen en sus hijos la prolongación de sus vidas, les exhortamos a cuidar celosamente la educación de sus hijos, que son también hijos de Dios.
Frente a las insinuaciones del mal y del engañoso y falso modo de proceder de las sectas, ejerzan la patria potestad y cumplan los sagrados compromisos contraídos cuando presentaron sus hijos a la Iglesia para que fueran hechos hijos de Dios por el Bautismo.
A todos los Argentinos
A cuantos sienten en su pecho el amor a la Patria les señalamos como enemigos de nuestras tradiciones y de nuestra futura grandeza, la masonería y el comunismo que aspiran a la destrucción de cuánto hay de noble y sagrado en nuestra tierra.
Dado en “Villa San Ignacio”, San Miguel, a veinte días del mes de febrero y año del Señor de mil novecientos cincuenta y nueve.
ANTONIO CARDENAL CAGGIANO, Obispo de Rosario y Presidente de la Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino;
FERMÍN E. LAFITTE, Administrador Apostólico de Buenos Aires S.P.;
NICOLÁS FASOLINO, Arzobispado de Santa Fe;
ZENOBIO L. GUILLAND, Arzobispo de Paraná;
ROBERTO J. TAVELLA, Arzobispo de Salta;
AUDINO RODRIGUEZ y OLMOS, Arzobispo de San Juan;
ANTONIO J. PLAZA, Arzobispo de La Plata;
GERMINIANO ESORTO, Arzobispo de Bahía Blanca;
JUAN CARLOS ARAMBURU, Arzobispo de Tucumán;
RAMÓN J. CASTELLANO, Arzobispo de Córdoba;
LEOPOLDO BUTELER, Arzobispo de Río Cuarto;
CARLOS F. HANLON, Obispo de de Catamarca;
FROILÁN FERREYRA REYNAFÉ, Obispo de La Rioja;
FRANCISCO VICENTIN, Obispo de Corrientes;
ENRIQUE MUHN, Obispo de Jujuy;
ANUNCIADO SERAFINI, Obispo de Mercedes;
JOSÉ WEIMANN, Obispo de Santiago del Estero;
ALFONSO BUTELER, Obispo de Mendoza;
EMILIO DI PASCUO, Obispo de San Luis;
SILVINO MARTÍNEZ, Obispo de San Nicolás de los Arroyos;
MANUEL MARENGO, Obispo de Azul;
ENRIQUE RAU, Obispo de Mar del Plata;
JOSÉ BORGATTI, Obispo de Viedma;
AGUSTÍN A. HERRERA, Obispo de Nueve de Julio;
MIGUEL RASPANTI, Obispo de Morón;
CARLOS M. PÉREZ, Obispo de Comodoro Rivadavia;
JORGE KEMERER, Obispo de Posadas;
JORGE CHALUP, Obispo de Gualeguaychú;
JORGE MAYER, Obispo de Santa Rosa;
ANTONIO M. AGUIRRE, Obispo de San Isidro;
ALBERT DEANE, Obispo de Villa María;
PACÍFICO SCOZZINA, Obispo de Formosa;
JOSÉ MAROZZI, Obispo De Resistencia;
JUAN JOSÉ IRIARTE, Obispo de Reconquista;
ALEJANDRO SCHELL, Obispo Coadjutor de Lomas de Zamora.
Fuente: MAURICE FARA, “La masonería en descubierto”, Estudio documental de la labor masónica, Ed. La Hoja de Roble, Buenos Aires, 1960, págs. 127- 131.
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