lunes, 9 de abril de 2012

Con la Misa del Obispo Marino, culminó la mayor celebración cristiana

Con la Misa del Obispo Marino, culminó la mayor celebración cristiana



El Obispo Antonio Marino celebró la Pascua y en su homilía aseguró que "en medio de la oscuridad el camino de Cristo conduce a la vida en plenitud".


Con la presencia de miles de fieles que se acercaron a la Catedral para presenciar la misa de las 11, el obispo Antonio Marino presidió la misa de Pascua, la mayor celebración de la grey católica.

Luego de la lectura de los Hechos de los Apóstoles y el Evangelio según San Juan, monseñor Marino anunció "con el alma llena de incontenible gozo" la celebración de la solemnidad de la Pascua: "Con la resurrección de Cristo, celebramos también nuestra victoria, y el universo entero alcanza en la carne del resucitado su cúspide de gloria", aseguró.

Asimismo, explicó que "el cirio pascual sobresale entre los símbolos de la liturgia de este día. Nos habla a las claras del triunfo de la luz de Cristo sobre nuestras tinieblas y las del mundo entero" y, en ese sentido, aseguró que "quienes nos esforzamos por seguir a Jesús, hoy dejamos que su luz nos envuelva".



"El verdadero camino"

"En medio de tanta oscuridad -añadió-, tenemos plena certeza de que el camino que él nos propone es el verdadero camino que conduce a la vida en plenitud. El fue el primero en recorrerlo y lo dejó abierto para que lo transitáramos guiados por su ejemplo y socorridos por la gracia del Espíritu que sostuvo su sacrificio y lo resucitó de entre los muertos".

En otro tramo de la homilía, el purpurado indicó que en el domingo de Pascua "sentimos que Jesús resucitado nos habla al corazón", razón por la cual "no podemos quedar indiferentes ante el mensaje fundamental de nuestra fe. Por eso, ninguna solemnidad es superior a ésta. Ninguna palabra más decisiva. Este es el misterio central en que coinciden el triunfo de Cristo y la revelación de la Trinidad, la gloria de Dios y la del hombre".

"Si el hombre es el centro y la cumbre de perfección del universo visible y material -indagó-, en el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, podemos contemplar al mundo y a la historia entera en la plenitud de su gloria y de su significado".

Por esa razón, se preguntó cómo "no estar de fiesta con todo el universo. Desde la mañana de Pascua, el anuncio de la resurrección de Cristo comenzó a abrirse paso en este mundo, triunfando sobre las dudas y vacilaciones iniciales de los discípulos".

"El anuncio apostólico de la resurrección de Jesús -agregó- ha recorrido los siglos hasta hoy y seguirá siendo la Buena Noticia cuya propagación ocupará a la Iglesia hasta el retorno de su Señor al fin de los tiempos".


Actualidad

El obispo diocesano bregó, en su homilía, para que los mandatos cristianos no sean dejados de lado por los vaivenes de la vida moderna. Así, oró para que "en momentos en que la cultura contemporánea produce en nuestra patria un grave eclipse de las verdades fundamentales sobre la vida, los cristianos queremos ser agentes de vida y no de muerte".

En ese sentido, aseguró que "de distintas formas se atenta contra la vida: el aborto y la eutanasia, las falsas concepciones sobre el matrimonio y la familia, las condiciones infrahumanas de vida y el trabajo precario, la difusión de la droga y la falta de inclusión educativa, entre otras muchas formas de agravio a la dignidad del hombre".

Asimismo, bregó para poder cambiar estas condiciones, ya que "como miembros de la Iglesia que confiesa a Cristo Resucitado, Señor del universo y de la historia, quedamos comprometidos con él a ser agentes de un mundo nuevo, que exprese en sus instituciones y en la vida de los ciudadanos la gloria de Dios y la dignidad inviolable del hombre".


Testigos de la luz

"La gloria esencial de Dios -afirmó- nadie puede quitarla, ni aumentarla ni disminuirla. Es su gloria en nosotros la que corre riesgo y, por eso mismo, nuestra propia gloria. Según San Ireneo, Dios manifiesta su gloria en el hombre viviente, pero la vida del hombre consiste en la visión de Dios".

El obispo instó a dejarse llevar por "la presente solemnidad que debe llenarnos de luz para proyectar en las oscuridades de la vida y para comunicar a los demás, puesto que el cirio pascual no es un mero detalle decorativo de esta celebración".

Y ese llamado está destinado a "todos, para ser testigos de su luz y su verdad. Aun a riesgo de quedar en desventaja y perder el prestigio de una profesión o el honor de un cargo que otorga el mundo. El cristiano que desee llevar con dignidad este nombre, sabe bien que ninguna ley positiva puede contradecir ni prevalecer sobre la ley divina y natural. Ninguna investidura es más valiosa que una conciencia recta".

Por otra parte, anunció que la resurrección de Cristo "nos llena de fortaleza y esperanza ante los graves desafíos de la cultura contemporánea en el hoy de nuestra patria. Junto con enfoques aberrantes, hay también señales de hambre de sentido. No sólo avanza el desvarío, también florece, sin propaganda y sin ruido, la grandeza de espíritu y el anhelo de una rectitud y pureza que hoy hemos perdido".

En su alocución final, monseñor Marino hizo referencia a la Virgen María, que "sigue siendo Madre. La que padeció agudísimos dolores al pie de la Cruz colaborando con su Hijo en la regeneración espiritual de los hombres, nos alienta ahora como Madre del Resucitado e implora para nosotros, sus hijos, la gracia del Espíritu, a fin de mantener siempre viva la esperanza de la venida del Reino de su Hijo".

Finalmente, tanto a los presentes en la Catedral, como a los fieles seguidores de la misa por televisión -especialmente a los enfermos- les deseó "una feliz y santa Pascua" y les ofreció la bendición.







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