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jueves, 26 de marzo de 2009

A Propósito del Libro del Cardenal Carlo Martini «Coloquios Nocturnos en Jerusalén» - Alberto Caturelli

A Propósito del Libro del Cardenal Carlo Martini «Coloquios Nocturnos en Jerusalén»
Alberto Caturelli


Como antiguo docente católico la lectura del libro me ha producido un gran dolor y diré lo que creo que hay que decir; puedo decirlo con la libertad de que gozan quienes participan del sacerdocio común de los fieles; será, por eso, sólo una opinión particular sin autoridad alguna, pero que exige el cumplimiento de su derecho a ser rectamente enseñado y guiado.


Esquilmados y abatidos como ovejas sin pastor

Esta mañana, 6 de diciembre de 2008, sábado de la primera semana de Adviento y primer sábado del mes, tenía decidido escribir este breve artículo cuyo título me lo ha inspirado el Evangelio de hoy que todos escuchamos en la Santa Misa: Jesús recorría ciudades y aldeas anunciando el Evangelio y al ver a las gentes “se le enternecieron las entrañas para con ellas, porque andaban deshechas y extraviadas como ovejas sin pastor” (Mt 9, 36). Otros traducen “extenuadas y abandonadas”; otros “esquilmadas y abatidas” o “echadas” por los suelos.

El día anterior terminé de leer el libro del Cardenal Carlo M. Martini «Coloquios Nocturnos en Jerusalén» (“Coloquio con el Padre Jesuita Georg Sporschill”), 193 pp., Ed. San Pablo, Bs. As. 2008, y esta mañana pensé: este libro que exhorta a la Iglesia a “tener el coraje” de “reformarse” es un arma eficaz para dejar a las ovejas (a nosotros) deshechas, abandonadas, abatidas y esquilmadas. Al comentar San Agustín la parábola del buen pastor, observa que “no habría dicho bien si no hubiera pastores malos” a los que llama “ladrones”, “salteadores”, “mercenarios”; el Buen Pastor es la puerta y es el portero y en cierto modo también oveja, “como oveja fue llevado al sacrificio” [1]. Los otros Cristos que son los Obispos, “son miembros del pastor” que cumplen su misión de guardar, cuidar, enseñar y guiar a las ovejas transmitiendo el fondo revelado (uno, único, invariable) a través del tiempo del peregrinaje; habrá en el tiempo histórico innumerables circunstancias, siempre presentes, pero el buen pastor transmitirá lo mismo (el magisterio vivo) bajo la potestad de Pedro, la Roca de la Iglesia.

Sólo el anti-pastor (y bien sabemos Quien es) puede inducir a no ser fiel a su misión contribuyendo eficazmente al abatimiento, a la extenuación, al abandono y confusión de las ovejas. Como antiguo docente católico (aunque pobre oveja frecuentemente “trasquilada”) la lectura del libro (expuesto en las vidrieras de librerías católicas) me ha producido un gran dolor y diré lo que creo que hay que decir; puedo decirlo con la libertad de que gozan quienes participan del sacerdocio común de los fieles; será, por eso, sólo una opinión particular sin autoridad alguna, pero que exige el cumplimiento de su derecho a ser rectamente enseñado y guiado.

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