La “belleza” que no es
Rodolfo Papa *
ROMA, martes 1 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- ¿Qué es la belleza?. Una larga tradición filosófica ha reflexionado sobre la belleza, buscando la explicación sobre que es, como la conocen los hombres, como la disfrutan, profundizando en la experiencia común, que es el punto de partida de toda buena explicación.
De esta reflexión surge que el disfrute de la belleza, natural o artística, se caracteriza por un “placer” que reúne no sólo los sentidos, sino a toda la persona: emociones y pasiones; razón e intelecto; se trata de un placer no destinado a lo útil, por tanto, un placer desinteresado, un placer por placer: esto es un probar placer frente a cualquier cosa que se conoce, sin quererla comprar, poseer, modificar, firmar.
La belleza tiene un vínculo particular con la vista. Santo Tomás de Aquino con su célebre afirmación «Pulchrum est quod visum placet» (Summa Theologiae, I, q. 5, a. 4, ad 1um), indica que de lo bello importa la aprehensión y en modo especial el disfrute: lo bello es “agradable al conocimiento” (Ibid., II-II, q. 27, a. 1, ad 3um), porque lo bello exige ser “conocido”.