jueves, 27 de diciembre de 2012

Homilía de Benedicto XVI en la Misa de Nochebuena 2012

Homilía de Benedicto XVI en la Misa de Nochebuena 2012
Solemnidad de la Natividad del Señor
 
 
Basílica Vaticana, Lunes 24 de Diciembre del 2012
 
 
Queridos hermanos y hermanas:
 
Una vez más, como siempre, la belleza de este Evangelio nos llega al corazón: una belleza que es esplendor de la verdad. Nuevamente nos conmueve que Dios se haya hecho niño, para que podamos amarlo, para que nos atrevamos a amarlo, y, como niño, se pone confiadamente en nuestras manos. Dice algo así: Sé que mi esplendor te asusta, que ante mi grandeza tratas de afianzarte tú mismo. Pues bien, vengo por tanto a ti como niño, para que puedas acogerme y amarme.
 
Nuevamente me llega al corazón esa palabra del evangelista, dicha casi de pasada, de que no había lugar para ellos en la posada. Surge inevitablemente la pregunta sobre qué pasaría si María y José llamaran a mi puerta. ¿Habría lugar para ellos? Y después nos percatamos de que esta noticia aparentemente casual de la falta de sitio en la posada, que lleva a la Sagrada Familia al establo, es profundizada en su esencia por el evangelista Juan cuando escribe: «Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» ( Jn 1, 11).

Así que la gran cuestión moral de lo que sucede entre nosotros a propósito de los prófugos, los refugiados, los emigrantes, alcanza un sentido más fundamental aún: ¿Tenemos un puesto para Dios cuando él trata de entrar en nosotros? ¿Tenemos tiempo y espacio para él? ¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos? Y así se comienza porque no tenemos tiempo para Dios. Cuanto más rápidamente nos movemos, cuanto más eficaces son los medios que nos permiten ahorrar tiempo, menos tiempo nos queda disponible. ¿Y Dios? Lo que se refiere a él, nunca parece urgente. Nuestro tiempo ya está completamente ocupado. Pero la cuestión va todavía más a fondo. ¿Tiene Dios realmente un lugar en nuestro pensamiento? La metodología de nuestro pensar está planteada de tal manera que, en el fondo, él no debe existir. Aunque parece llamar a la puerta de nuestro pensamiento, debe ser rechazado con algún razonamiento. Para que sea considerado serio, el pensamiento debe estar configurado de manera que la «hipótesis Dios» sea superflua. No hay sitio para él. Tampoco hay lugar para él en nuestros sentimientos y deseos. Nosotros nos queremos a nosotros mismos, queremos las cosas tangibles, la felicidad que se pueda experimentar, el éxito de nuestros proyectos personales y de nuestras intenciones.

martes, 18 de diciembre de 2012

Monseñor Marino informó cómo alcanzar la indulgencia plenaria en el "Año de la Fe"

Monseñor Marino informó cómo alcanzar la indulgencia plenaria en el "Año de la Fe"


(AICA): El obispado de Mar del Plata difundió el decreto Nº 090/2012 mediante el cual monseñor Antonio Marino, obispo local, estableció los lugares y momentos del presente Año de la Fe para obtener la indulgencia plenaria. Será en 13 santuarios del territorio diocesano y en cada templo en las fiestas patronales correspondientes

El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, estableció las condiciones para que los fieles de la Iglesia particular puedan acceder a la indulgencia plenaria, en conformidad con lo establecido por el Santo Padre Benedicto XVI a través de la Penitenciaría Apostólica con motivo del Año de la Fe, que se inició el 11 de octubre y se extenderá hasta el 24 de noviembre de 2013. 

Monseñor Marino recordó que el mismo decreto de la Penitenciaría Apostólica determina que se podrá obtener la remisión de la pena temporal que produce el pecado "cada vez que los fieles visiten en peregrinación una basílica papal, una catacumba cristiana o un lugar sagrado designado" por el obispo del lugar, y cada vez que en los días determinados participen de una solemne celebración eucarística o en el rezo de la liturgia de las horas, añadiendo la Profesión de fe -el credo- o, al menos, "se recojan durante un tiempo en meditación y concluyan con el rezo del Padrenuestro, el credo en cualquiera de sus formas legítimas y la invocación a la Santísima Virgen María y, según el caso, a los santos o patronos"

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