P. Christian Viña
Valentín es de esos jóvenes todo fuego que, pese a su hablar pausado y palabras medidas, muestra con honra su ser católico de alta gama. Acaba de terminar la escuela secundaria; y, en pleno discernimiento sobre su futuro, lucha a brazo partido frente a las mentiras, medias verdades, silencios cobardes, e hipocresías de toda laya, que buscan dejarlo sin mañana.
Su extrema juventud no es obstáculo para su desbordante madurez. Formado en una sólida familia cristiana, y aunque con los lógicos conflictos de la adolescencia, en esta sociedad autodenominada postcristiana, extrae toda su valentía frente a quienes quieren usarlo como material descartable.
En una palabra: quiere darle gloria a Dios, buscando ser santo. Y se topa, todo el tiempo, con los tres enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne; disfrazados, la mayor parte de las veces, de fieles amigos o sabios maestros.