Un Nuevo Código Humano: la Fraternidad
Mons. Héctor Aguer
“El dogma de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad, es otro evangelio que difunde la incredulidad, el olvido de Jesucristo, Palabra del Padre” afirma en este artículo el Arzobispo Emérito de La Plata, Argentina.
[ELCAMINO] Noticia difundida por EFE que “la prensa” titula así: “El Papa convoca a 30 [premios] Nobel para reflexionar sobre la fraternidad” [Nota de EL CAMINO: los resaltados son nuestros]. Se trata de un encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, cuyo lema es Be Human (Sé humano, en inglés). El objetivo es “elaborar un nuevo pacto mundial sobre fraternidad y un nuevo código del ser humano, además de anunciar un gran evento sobre la fraternidad durante el Año Santo, a celebrarse en 2025”. La lista de invitados incluía, entre diversos personajes, a la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, el director de la NASA, Bill Nelson, el alcalde de Nueva York, Eric Leroy Adams, y a la activista mozambiqueña a favor de la infancia Graca Machel, viuda de Nelson Mandela. “Se procurarán diseñar propuestas concretas para comenzar a cambiar la historia, estimular las reformas que faltan, comprender dónde el principio de fraternidad está presente ya en la vida social, y discernir los parámetros necesarios para medirlo” explicó la Santa Sede, que añadió que el 11 de mayo, en el único acto a desarrollarse en el pequeño Estado, Bergoglio recibirá a los participantes en una audiencia privada.
La Santa Sede –para envidia de la Masonería universal– ha adoptado la ideología de la Revolución Francesa: “liberté, egalité, fraternité”. ¿Dónde habrá sido archivado el mandato de Jesús a Pedro y a los Once, de hacer que todos los pueblos sean discípulos suyos, es decir cristianos? El sucesor de Pedro es, lamentablemente, quien lleva a la Iglesia de Roma por ese camino errado que debe seguir la Iglesia toda. Existe un modo de reaccionar según la tradición: el Apóstol Pablo reprochó a Pedro su hipocresía, ya que comía con los venidos del paganismo, pero cuando llegó Santiago, primo del Señor y jefe de la Iglesia de Jerusalén, empezó a “judaizar”. En la Carta a los Gálatas dice Pablo (2, 11): “le resistí en la cara” (kata prosōpon autō antestēn) y llama a esa conducta “simulación” (hypókrisis).
La tradición ha deparado una autoridad máxima al pontífice romano, pero los cardenales, con todo respeto, pueden hacerle ver el peligro de que Roma adopte el dogma de la Revolución, cosa que no han hecho los Papas desde Gregorio XVI, quien en la encíclica Mirari Vos ha condenado con energía el contagio con el liberalismo. Hay que recordar a Pío IX, su encíclica Quanta cura y el Syllabus o catálogo de errores modernos. Se destaca también el magisterio de Pío XII y de sus sucesores. La Iglesia ha ido reformulando y actualizando su doctrina sin vulnerar su arraigo en la tradición. Juan Pablo II expresó ampliamente el camino de la Iglesia con motivo del ingreso en el siglo XXI.