[Incluye Video]
Mons. Héctor Aguer
Alocución televisiva de Monseñor Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata - Argentina, en el programa “Claves para un mundo mejor” del sábado 16 de Octubre del 2010.
¿Cómo están amigos? Muchas veces hablamos en esta columna de “Claves” acerca de los cambios culturales que se van produciendo en el país: la intromisión de ideas totalmente ajenas a la tradición cultural de la Nación y, sobre todo, los proyectos de ley impulsados por una minoría que suele autodenominarse progresista.
Ahora bien: ¿De dónde vienen estas cosas, estos propósitos, estas ideas, estos proyectos? ¿Son una originalidad criolla? Hay que decir que no. Se trata en realidad de un proyecto global. ¿De dónde viene? Viene de las Naciones Unidas y de una serie de organizaciones satélites de las Naciones Unidas.
Es muy notable cómo en nombre de los derechos humanos las Naciones Unidas, que debieran ser su tutela, se convierten en violadoras del derecho… del “Derecho” con mayúsculas [1]. Y eso es porque ya desde hace varios años, podríamos decir 15 por lo menos, se han impuesto en estos centros mundiales del poder ideologías contrarias a la existencia de una naturaleza de la persona humana y, por tanto, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes.
¡Es notable! Porque las Naciones Unidas debiera tutelar aquella “Declaración Universal de los Derechos Humanos” de 1948, que está fundada en un humanismo clásico –podríamos decir–, aunque quizá bajo la influencia de la Ilustración. Pero de todas maneras, podríamos aventurar que se trata de un humanismo de raíces cristianas. Pero ahora lo que se quiere es incluso llegar a alterar esa “Declaración Universal” para incluir nuevos derechos [2].
En la década del ’90 del siglo pasado, las reuniones mundiales de Pekín y de El Cairo, tratando los temas de la población mundial o de la mujer, han avanzado en todos estos proyectos [3] y los han exportado a todos los países del mundo, especialmente a aquellos que están en vías de desarrollo y aquellos que pueden caer en una situación de dependencia económica de los grandes centros financieros. Porque hay mucho dinero que corre detrás de este intento de cambiar los paradigmas de conducta y alterar lo que son los auténticos derechos humanos.
En Pekín y en El Cairo el siglo pasado, y luego en las reuniones sucesivas que se han hecho a partir de aquellos encuentros mundiales, se ha procurado difundir la anticoncepción, el aborto, los derechos de la mujer –en todo caso entendidos de una manera salvaje y en contra de los derechos ajenos [4]– y, ahora también, como hemos comentado aquí en esta columna, la disminución de la pena del filicidio, etc.
Se trata de un cambio de los paradigmas. La “Carta de la Tierra” –también– apunta precisamente a eso: a una especie de reestructuración del mundo.
Ahora, uno se pregunta: ¿Cómo es posible que los diputados y diputadas argentinos dependan de estas ideas? Es que hay una especie de transversalidad pseudo-progresista que es mundial.
Yo no quiero apelar a una especie de teoría de la conspiración, pero con esto pasa lo mismo que pasa con las brujas. Cada tanto se ventila la cuestión histórica acerca de si existen o no las brujas. Se podrá discutir, pero que las hay las hay.
Entonces, es evidente que hay aquí una conspiración en el peor sentido de la palabra. Una conspiración tendiente a homogeneizar el pensamiento y la conducta en el mundo entero y esto procede de los centros de poder mundiales. Especialmente de los centros de poder político, sostenidos por los centros de poder financieros. Si no hay aquí un nuevo colonialismo, un nuevo imperialismo, no sé qué nombre darle.
Y esto [5], parece mentira, seduce a legisladores argentinos que por otra parte a veces manifiestan ser muy nacionales y estar a favor de la soberanía pero se someten pedisecuamente [6] a estas intenciones ajenas. Y están aplicando a nuestro pobre pueblo, que necesita zafar de tantas necesidades reales, esta artificiosa recomposición de su manera de pensar, de actuar, de vivir.
¡Habría que resolver tantos problemas en la Argentina! Los pobres jubilados, marginados siempre, y que nunca van a tener la pensión que merecen; la cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan; las migraciones internas con los nuevos asentamientos en condiciones infrahumanas; una pobreza creciente; la inseguridad. El estado no puede tutelar plenamente la vida y los bienes de la población pero se toma el trabajo de recomponer el Código Civil, el Código Penal y de imponer estos nuevos paradigmas que son nada más que la punta de lanza de un nuevo colonialismo, de un imperialismo mundial donde el enemigo es precisamente: el hombre.
¡Hasta la próxima!
+ Mons. Héctor Aguer,
Arzobispo de La Plata
Notas:
[2] NdFVN: que son contrarios al orden natural
[3] NdFVN: de cambio cultural o contra-cultural
[4] NdFVN: fundados precisamente en la “ideología de género”
[5] NdFVN: este programa de reconstrucción o reingeniería anticristiana del hombre y de la sociedad
[6] NdFVN: “pedisecua” significa “esclava”
* * *
¡No deje de ver a Mons. Aguer hablando sobre "La Cara Oculta de la Naciones Unidas (ONU)"!
Que sabiduría... y que valentía la de este Monseñor! Que Dios me lo bendiga.
ResponderBorrarRoger