Ante la Angustiosa Espera del Submarino ARA San Juan
Amar la Patria es el amor primero
Y es el postrer amor después de Dios
Y si es crucificado y verdadero
Ya son uno los dos, ya no son dos.
P. Leonardo Castellani
Los versos de Castellani que encabezan estas líneas nos recuerdan una antigua verdad olvidada: el amor a Dios y el amor a la Patria son los amores esenciales de todo hombre. Todos, por cierto, somos hijos de Dios en el orden de la gracia e hijos de una tierra en el orden histórico.
Ambos amores se hacen uno en el dolor. Eso es lo que el pueblo argentino está viviendo en estas horas angustiosas aguardando la suerte de cuarenta y cuatro de sus hijos perdidos en el inmenso Mar Austral.
Dios, que en su inescrutable Providencia suele servirse del mal para ponerlo al servicio del bien -tal, en esencia, el misterio de la Cruz- ha hecho resurgir en estos días de dolor y de angustia lo mejor del alma argentina: una fe que aunque soterrada sigue viva y un patriotismo que aunque parecía muerto hoy se muestra vivo.
Los hombres por los que hoy esperamos, tememos y oramos son soldados, esto es, hombres cuya vocación no es otra que la custodia de la soberanía nacional y de la integridad de la Nación. Son hombres que han elegido una profesión nobilísima, la profesión militar, que los prepara para, llegado el caso, ofrendar incluso sus vidas. Son, en definitiva, los hombres del amor perfecto pues nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos (Juan 15, 13).
Hermanados y unidos en el dolor, en la fe y en el amor a la Patria, elevamos nuestras preces al Dios de los Ejércitos a quien por mediación de María, Stella Maris, le pedimos que auxilie a nuestros marinos y conforte a sus familiares.
Mar del Plata, 22 de noviembre de 2017
Multiespacio Cultural EL CAMINO
Fraternidad de Vida Nueva
Centro de Humanidades Josef Pieper
No hay comentarios.:
Publicar un comentario