Cardenal Newman, intelectual, sacerdote y santo
Burgos (España), 7 Set. 10 (AICA).- El arzobispo de Burgos, monseñor Francisco Gil Hellín, comenta en su carta semanal, la figura de John Henry Newman, más conocido como “el Cardenal Newman”, a quien el domingo 19 de septiembre el papa Benedicto XVI beatificará en la que será una multitudinaria celebración eucarística en el amplio espacio del aeropuerto de Londres.
En su carta de este fin de semana, a la que titula “Intelectual, sacerdote y santo”, monseñor Gil Hellin dice que “se trata de un acto de enorme calado y proyección, porque así hay que calificar tanto el hecho de que sea el Papa de Roma quien acuda a beatificar a un ex miembro de la Iglesia anglicana, precisamente en el corazón de esa misma Iglesia, como el que pueda hacerlo sin que se conmuevan los cimientos de la Iglesia de Inglaterra, en la que la Reina es su Jefe Supremo. No es, pues, de extrañar que el acto haya suscitado un inusitado interés y sea cubierto por una nube de periodistas”.
¿Quién era Newman?
“Newman -explica el arzobispo burgalés- fue un inglés nacido en Londres, cuyo padre era banquero y su madre pertenecía a una familia de fabricantes de papel. A los siete años fue enviado a una escuela privada, donde se distinguió por su inteligencia y buena conducta. Pronto comenzó a leer la Biblia, por la que se sintió no sólo atraído sino subyugado. Más adelante realizó los estudios universitarios, en los cuales volvió a sobresalir. Pero no se encerró en lo estrictamente académico, pues representó obras de teatro en latín, tocaba el violín, ganó premios de oratoria y editó publicaciones periódicas.
“El año 1816 -continúa monseñor Gil Hellín- tuvo una influencia decisiva en su vida. El banco de su padre dio en quiebra, como consecuencia de las guerras napoleónicas, y él mismo contrajo una grave enfermedad que, a la larga, sería una de las tres enfermedades que él calificaría luego como ‘providenciales’.
“Además, tuvo una conversión religiosa, en cuanto que su fe derivó hacia posiciones evangélicas y calvinistas, llegando a sostener que el Papa era el Anticristo. Años más tarde, en 1824, fue ordenado presbítero de la Iglesia de Inglaterra. Por esa época se convirtió en párroco de St. Clement, en Oxford, donde permaneció dos años, aunque sacando tiempo para publicar importantes y densos artículos.
A finales de 1827, Newman sufre una especie de colapso nervioso, provocado por el exceso de trabajo y los problemas financieros de la familia, a lo que se unió la muerte repentina de su hermana menor.
En el Movimiento de Oxford
“Poco después, en las vacaciones de 1928, comenzó a leer sistemáticamente las obras de los Padres de la Iglesia. Entró en el llamado Movimiento de Oxford, el cual trataba de demostrar que la Iglesia de Inglaterra era la descendiente directa de la Iglesia de los Apóstoles. Esto lo llevó más tarde a reconsiderar la relación de la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia Católica Romana. Progresivamente los puntos de vista de Newman fueron asumiendo un mayor tono católico.
“En 1842 se retiró a Littlemore y vivió como monje con un pequeño grupo de seguidores y en condiciones de gran austeridad física. A sus discípulos les asignó la tarea de escribir sobre la vida de los santos ingleses, mientras él escribía ‘Ensayos sobre el desarrollo de la doctrina cristiana’ “.
Su ingreso en la Iglesia Católica
“Poco a poco se fue reconciliando con el dogma y la liturgia de la Iglesia Católica. En 1843 hizo una retractación formal de todas las afirmaciones pronunciadas contra la Iglesia Romana y en septiembre de ese mismo año predicó su último sermón como anglicano. Dos años más tarde se convirtió al catolicismo, y fue ordenado sacerdote católico en junio de 1847. En 1889 a los 88 años de edad, fue creado por León XIII cardenal de la Iglesia Católica.
“Murió el 11 de agosto del año siguiente. En 1991 fue declarado Venerable y el 3 de junio de 2009 la Santa Sede promulgó el decreto que le atribuye un milagro. El próximo 19 de septiembre será beatificado por Benedicto XVI.
El arzobispo de Burgos concluye su carta semanal señalando que “el nuevo beato nos ha dejado en herencia tres grandes amores: a la verdad, a la Sagrada Escritura y a los Padres de la Iglesia. Los tres son de suma actualidad e importancia”.
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