lunes, 12 de julio de 2010

La pretensión de igualar cosas desiguales discrimina a la familia

La pretensión de igualar cosas desiguales discrimina a la familia


San Juan, 9 Jul. 10 (AICA).- El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Alfonso Delgado, aseguró que el proyecto de ley para incluir el “matrimonio” entre personas del mismo sexo “intenta igualar lo que no es igual, porque el matrimonio de un hombre y una mujer y las uniones de personas del mismo sexo no son realidades homogéneas sino muy distintas. Esta pretendida igualación de cosas desiguales provoca una agresión, una injusticia y una fuerte discriminación hacia la familia".

Tras señalar que “la mayoría de los argentinos no desea esa situación”, destacó en este sentido las manifestaciones masivas que se iniciaron en las provincias, incluida San Juan, que reunió a más de 40.000 personas.

Asimismo citó una encuesta hecha en esta provincia en la que se confirma que el 75% de los sanjuaninos rechaza ese proyecto de ley, el 86% está en contra de que estas parejas homosexuales puedan adoptar, y el 78% desea una consulta popular en todo el país.

“Los derechos de las personas son iguales para todos en igualdad de circunstancias. Cuando se trata de situaciones distintas, los derechos tendrán diferencias en función de esas diferentes situaciones”, recordó.


¿Qué dijo el arzobispo?

El Mundial de fútbol está a punto de terminar. En estas semanas nos hemos entusiasmado, hemos gozado y hemos sufrido. También por estas horas los argentinos vivimos situaciones donde están en juego otras cosas que no son deporte sino que afectan profundamente a la sociedad.

En el país se desarrolla un fuerte debate sobre el matrimonio –fundamento de la familia– y se intenta priorizar el egoísmo de una minoría en desmedro de los intereses superiores del niño, especialmente del más vulnerable que es el niño huérfano, quien merece especial cuidado y ayuda.

El proyecto de ley intenta igualar lo que no es igual, porque el matrimonio de un hombre y una mujer y las uniones de personas del mismo sexo no son realidades homogéneas sino muy distintas. Esta pretendida igualación de cosas desiguales provoca una agresión, una injusticia y una fuerte discriminación hacia la familia. La mayoría de los argentinos no desea esa situación.

Los derechos de la personas son iguales para todos en igualdad de circunstancias. Cuando se trata de situaciones distintas, los derechos tendrán diferencias en función de esas diferentes situaciones.

Luego de una serie de Audiencias Públicas en algunos lugares del interior del país y en el Congreso nacional, la Comisión del Senado emitió un dictamen de mayoría en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. Ha sido lo normal, luego de escuchar al país. Se ha oído hablar y se sigue hablando de presiones y aprietes. Yo prefiero hablar de la dignidad del diputado o senador que sabe representar verdaderamente a su pueblo, que se lo ve como auténtico intérprete de la gran mayoría ciudadana que no hace ruido ni lobby, sino que trabaja y ama a su Patria, se esfuerza y saca su familia adelante.

La manifestación ciudadana de San Juan con casi 40.000 personas, el pasado 25 de junio frente a la Legislatura Provincial mientras se desarrollaba la Audiencia pública, fue ejemplar y contundente. Allí estaban los credos religiosos y las diversas expresiones políticas y culturales. Expresaban el apoyo a las 150.000 firmas sanjuaninas en su compromiso por la familia y los niños y en rechazo del matrimonio de personas del mismo sexo y la consiguiente adopción. El acto tuvo un impacto muy fuerte. San Juan está compartiendo con todo el país un excelente ejemplo ciudadano, con un debate maduro, respetuoso y participativo.

Las encuestas de San Juan confirman que el 75% de los sanjuaninos rechaza ese proyecto de ley, el 86% está en contra de esa adopción y el 78% desea una consulta popular a todo el país. Se entiende muy bien que el compromiso expresado por los tres senadores de San Juan esté identificado con la posición mayoritaria del pueblo que representan.

Pero también en el resto del país federal se observan porcentajes similares de apoyo al fundamento de la familia y en rechazo de esa ley, lo mismo que en Buenos Aires, cuando se observa y se comunica con objetividad y verdad.

No era necesario haber creado esta situación en el país. Sin embargo, ha permitido expresar la fuerza moral de la familia argentina que se manifiesta claramente, sin desmerecer a nadie y sin ningún tipo de agravios ni injustas discriminaciones. Al contrario, lo hace con respeto, con optimismo y en plena libertad.

Las leyes deben estar al servicio del bien de todos. Tienen un fuerte carácter docente y ejemplificador en la transmisión de los valores sociales. En cambio, el proyecto de ley rechazado produce nuevas exasperaciones y fragmentaciones sin ningún beneficio. Hay que tratar de evitar caer en esa trampa que polariza y que sólo es capitalizada por algunos en desmedro del bien de todo el conjunto social.

Cada vez más el color naranja se expresa como apoyo a la familia y a los niños. Me parece que ese color expresa dos cosas importantes: manifiesta la calidez propia de un hogar y el amor gratuito hacia los niños. En segundo lugar, el color naranja hace una advertencia: avisa que con la familia no se juega, ni tampoco se juega a costa del bien superior de los niños.

Desde San Juan nos unimos a la gran convocatoria de Buenos Aires para el próximo 13 de julio frente al Congreso de la Nación, que han presentado más de seiscientas mil firmas en el Congreso de la Nación en rechazo a ese proyecto de ley.

En la víspera del 9 de Julio del año del comienzo de los grandes Bicentenarios, acompañamos al gran acto de Buenos Aires y también a todas las familias y a los niños de nuestra Patria argentina. Que Dios nos bendiga a todos.



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