martes, 20 de julio de 2010

Hace falta una nueva generación de políticos católicos en Italia - Cardenal Angelo Bagnasco

Hace falta una nueva generación de políticos católicos en Italia
Cardenal Angelo Bagnasco


ROMA, martes 20 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Para salir de la situación de crisis cultural que atenaza a Italia, hace falta un renovado sentido de responsabilidad y una nueva generación de políticos católicos. Lo afirma el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), cardenal Angelo Bagnasco.

En una entrevista a L’Osservatore Romano, el purpurado ha vuelto sobre lo anticipado por Benedicto XVI en 2008, durante su viaje a Cagliari, y luego repetido por su secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone.

“La afición por la cosa pública –señaló el cardenal- está disminuyendo y se enrarece cada vez más el consenso en torno al bien común, privilegiando cada uno bienes de pequeño alcance y sin perspectiva ninguna”.

“Por esta razón también yo me referí a un ‘sueño’ para evocar una dirección de marcha hacia la que caminar”, añadió recordando un mensaje lanzado con motivo del discurso de apertura de la Comisión Permanente Episcopal de enero pasado.

“En la apertura –añadió- me refería a ‘una generación nueva de italianos y católicos que, aún con las dificultades de la cultura actual y preparándose para estar sensatamente dentro de ella, sientan la cosa pública como importante y alta, en cuanto capaz de marcar el destino de todos, y por ella están dispuestos a dar lo mejor de sus pensamientos, sus proyectos, sus días’ ”.

“Pienso que en torno a este tema neurálgico de nuestra sociedad, que llama en causa al testimonio de la Iglesia, hace falta el concurso activo de todos”, subrayó, añadiendo que “como obispos italianos nos empeñaremos en una reflexión específica al respecto”.

Respondiendo a la pregunta de si existe en Italia sobre los temas éticos un problema de representación política de las posiciones católicas, el presidente de la CEI comentó que “más que un problema de representación política existe un problema de coherencia personal”.

“Creo -subrayó- que cada vez más hacen falta fieles laicos capaces de aprender a vivir el misterio de Dios, ejercitándose en los bienes fundamentales de la libertad, la verdad y la conciencia”.

“Como ya dije en la citada apertura de enero pasado -añadió-, ‘aumenta la urgencia de hombres y mujeres capaces, con la ayuda del Espíritu, de encarnar estos ideales y de traducirlos en la historia no buscando la vía menos costosa de la conveniencia partidista, argumentada de todos modos, sino la vía más verdadera que despliega mejor el proyecto de Dios sobre la humanidad, y por ello capaces de suscitar al mismo tiempo la admiración de los demás, incluso de quien se mueve por lógicas diversas’ ”.

Respecto a la crisis económica el presidente de la CEI dijo que “hay todavía mucho desempleo” y que no se logran vislumbrar “señales concretas y seguras de inversión de tendencia, incluso en grandes realidades industriales de mi Génova. Serpentean entre la gente preocupaciones serias y punzantes”.

“No me refiero obviamente a un discurso de macroeconomía para el que no tengo competencia –precisó-. Simplemente constato que si los estrategas pueden dar seguridad a medio plazo, considerando que la vía adecuada haya sido emprendida, como obispo veo a mucha gente sin trabajo y me siento turbado por tanto sufrimiento e inseguridad sobre cómo llegar a fin de mes”.

“Ha habido un cierto ajuste porque las familias se han adaptado, utilizando mejor los recursos y evitando los derroches. Pero hay una franja que tenía bien poco que ahorrar y que objetivamente está en dificultad”.

“Creo que el criterio de la equidad económica es el que hay que seguir -sugirió-, debiendo cada uno dar de acuerdo a la propia capacidad. Corresponde luego a quien tiene la responsabilidad política afrontar en concreto la situación, conjugando la equidad económica en un marco de libertad política y de cohesión social. Sólo así los tres valores en juego –libertad política, justicia económica y cohesión social- se salvaguardan al mismo tiempo”.

Afrontando la cuestión de la pérdida del sentido de cohesión nacional, el cardenal Bagnasco observó que “justo volviendo atrás en el tiempo, se descubre que cuando han prevalecido lógicas de capillismo y ha habido enfrentamientos en nombre del propio ‘particular’ se ha registrado un parón”.

“Por el contrario -observó-, cuando se ha desencadenado el mecanismo virtuoso de la cooperación, entonces las fuerzas culturales, sociales, económicas y espirituales, se han sumado y no anulado. Pienso que la actual crisis debe por tanto impulsar a Italia a reencontrarse a sí misma”.

Por ello, expresó aprecio por el esfuerzo de cuantos, como el presidente de la República, Giorgio Napolitano, “invitan continuamente a reencontrar la cohesión y la convergencia, más allá de las legítimas diferencias”.

Durante la entrevista, el purpurado tocó también el tema del federalismo, afirmando que no se trata de una “receta mágica” sino de “una intuición bien presente en la doctrina social de la Iglesia, que desde los tiempos de Pío XI alude al principio de subsidiariedad -luego introducido por Maastricht- para subrayar que lo que puede ser hecho por las realidades intermedias no debe atribuírselo la instancia central”.

“En efecto, cuando más cercano se es a la realidad, más se la puede acompañar con eficiencia y cautela –añadió-. Dicho esto, el citado principio debe conjugarse con el de solidaridad para evitar que quien está atrás se quede todavía más rezagado”.



[Traducido del italiano por Nieves San Martín]



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