martes, 24 de noviembre de 2009

Antes de comer el Cuerpo de Cristo debemos adorarlo (San Agustín) - Héctor Aguer

Antes de comer el Cuerpo de Cristo debemos adorarlo (San Agustín)
Mons. Héctor Aguer


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”
(14 de noviembre de 2009)


En estos días se está difundiendo y comienza a usarse, en nuestras parroquias y capillas, la nueva edición argentina del Misal Romano que trae muchos más elementos que el anteriormente usado, para la celebración litúrgica especialmente una gran cantidad de prefacios y algunos cambios en el texto de la plegaria eucarística.

Lo que más van a llamar la atención es el uso del “ustedes” en lugar del “vosotros” con la desinencia verbal correspondiente que es la de uso común en la Argentina. Y además un cambio en la formula de la consagración del cáliz donde en lugar de decirse que la Sangre de Cristo “es derramada por todos los hombres” se dirá “por muchos”. Esta traducción es mucho más literal que la anterior pero el significado es prácticamente el mismo. Lo que sucede es que se enfocan dos momentos distintos del misterio de la redención.

Ciertamente Nuestro Señor Jesucristo derramó su sangre para redimir a todos los hombres pero no todos aceptan y asumen esa redención de Cristo por eso se dice “por muchos” como aparece también en versiones de otras lenguas y de acuerdo al texto tradicional latino que rezaba siempre “pro multis”.

Pero quisiera sobre todo detenerme a propósito de este uso del nuevo misal en un aspecto muy particular. Creo que tendríamos que aprovechar este momento para reflexionar sobre la importancia de la Eucaristía, sobre el decoro de toda la celebración y de un modo especialísimo, me parece a mí, sobre la Santa Comunión.

Como saben hay dos maneras de recibir la Sagrada Comunión: se puede recibir en la boca o en la mano. Las dos maneras debieran trasuntar la profunda fe, el amor, la devoción de quien comulga.

Durante 14 siglos se recibió la comunión en la boca y además desde el siglo VIII, aproximadamente, se recibió de rodillas expresando con humildad nuestra condición de indignos de unirnos con esa estrecha comunión al Hijo de Dios hecho Hombre. Pero se puede también expresar esa misma fe y ese mismo amor si uno la recibe de pie.

Además es bueno recordar que está indicado que debe hacerse antes de la comunión una profunda reverencia de manera que se exprese también exteriormente no sólo en la dimensión interior de nuestro corazón sino con gesto corporal que efectivamente creemos y que adoramos al Señor.

El Papa Benedicto XVI cita con frecuencia una frase de San Agustín que dice que antes de comer el Cuerpo de Cristo debemos adorarlo y que no podemos comerlo en verdadera comunión sino lo adoramos antes. Por eso es necesario que manifestemos también exteriormente ese gesto de adoración.

Quien recibe la comunión en la mano puede hacerlo muy bien ciertamente. No es la forma tradicional pero puede hacerse muy bien. San Cirilo de Jerusalén decía que hay que ofrecer la mano como un trono al Hijo de Dios pero, a veces, uno ve personas que se acercan a comulgar llevando el paraguas, el abrigo, la cartera colgada del brazo y se van con la hostia y no sabemos donde la llevan cuando está indicado que deben comulgar delante del ministro que le da la comunión.

Me parece que tendríamos que revisar estas cosas. Quiero aclarar además que no está prohibido comulgar de rodillas sino que el ministro –sea un sacerdote o un laico que extraordinariamente recibe ese ministerio- tiene que respetar el deseo del comulgante. Entonces el que quiere comulgar de rodillas puede hacerlo también.

De tal manera que esta diversidad tiene que estar indicándonos que de cualquier modo debemos nosotros manifestar nuestra profunda fe, nuestra adoración, y nuestro amor a Jesucristo en el momento de comulgar.

Y otra cosa que debemos observar es que la comunión no es un momento cualquiera donde vamos pensando en cualquier otra cosa. Creo que incluso hasta el porte personal, la manera de vestir y todo eso también importa. Me llama la atención como personas que si tienen una entrevista de trabajo o asisten a un acto civil importante van bien trajeados y con corbata y que aparecen a comulgar en ojotas y bermudas. O señoras que se acercan a la comunión con el vestido con el que toman sol en la terraza.

Se trata de tomar en serio lo que hacemos allí, lo que está ocurriendo allí. Debemos tener en cuenta ese acontecimiento extraordinario de nuestra comunión con el Señor vivo y resucitado que se nos da para ser el alimento de nuestra vida cristiana debe manifestarse también en los hechos y en la formas exteriores.

Esperemos que la puesta en uso del Nuevo Misal nos ayude a todos a considerar nuestra participación eucarística con un espíritu renovado. Y especialmente que nosotros podamos adherir a este deseo de la Iglesia que viene manifestándole en la última década, desde el tiempo de Juan Pablo II, de subrayar el decoro de la celebración eucarística que tiene que ser un encuentro especial con el Señor y sobre todo debe manifestar nuestra percepción agradecida de ese misterio de su comunicación a nosotros.


Mons. Héctor Aguer,
arzobispo de La Plata


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